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Vecinos, antros, ministros religiosos, que faltan a la más elemental forma del respeto: no molestar, no infligir sufrimiento a los demás. Pocas cosas más fáciles de entender: el ruido es una forma de violencia. Arrebata y se apropia del espacio público. Es una manifestación espuria del poder. Los que publicamos a continuación son muestras de lo que ocurre en una ciudad cuando la autoridad no acude al auxilio de los afectados por el ruido. Muestras de la impunidad que gozan quienes infringen arteramente la ley. ¿Qué hacer? Un cambio pequeño haría grandes diferencias: las POLICÍAS MUNICIPALES DEBEN AUXILIAR A LOS INSPECTORES del ruido. Deben empezar a CITAR a los transgresores con un JUEZ MUNICIPAL para que sean SANCIONADOS. Luchemos por una cultura del respeto y de la legalidad.

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